Cómo solicitar un crédito en Chile

Cómo solicitar un crédito en Chile

Solicitar un crédito en Chile es un proceso clave para financiar proyectos personales, adquirir bienes importantes o enfrentar imprevistos económicos. Un crédito (o préstamo) permite obtener dinero de una entidad financiera con el compromiso de devolverlo en el futuro, generalmente en cuotas y con intereses. Gracias a los créditos es posible acceder de forma inmediata a bienes o servicios y pagar por ellos paulatinamente, lo que resulta útil para metas como comprar una vivienda, un vehículo, pagar estudios o consolidar deudas. Sin embargo, contratar un crédito conlleva responsabilidades y costos adicionales, por lo que es fundamental informarse bien antes de tomar esta decisión. En este artículo te explicamos paso a paso cómo pedir un crédito en Chile, qué requisitos debes cumplir, los documentos necesarios, tus derechos como consumidor financiero y varios consejos para que tu solicitud sea exitosa. También abordaremos los distintos tipos de créditos disponibles, sus características y recomendaciones para manejarlos de forma responsable.

¿Qué necesitas hacer con tu crédito?

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¿Qué es un crédito y para qué sirve?

Un crédito es un acuerdo financiero en el cual una institución (banco, cooperativa, financiera, etc.) entrega una suma de dinero a una persona o empresa, con la condición de que el beneficiario devuelva ese dinero en el futuro junto con un interés como pago por el servicio. En la práctica, el crédito es un préstamo de dinero que debe ser devuelto según un calendario de pagos (por ejemplo, mensualmente) o en un solo pago, según lo pactado, incluyendo intereses y eventualmente otros cargos. Esta herramienta financiera sirve para adelantar consumo o inversión: permite disponer hoy de recursos que pagaremos más adelante.

¿Para qué se utiliza un crédito? Las finalidades son variadas. Muchas personas solicitan créditos para financiar bienes de alto valor como una casa o un automóvil, para costear estudios universitarios, consolidar o refinanciar deudas existentes, emprender un negocio o afrontar emergencias médicas u otros imprevistos. En todos los casos, el crédito brinda liquidez inmediata a cambio del compromiso de pago futuro.

Es importante destacar que obtener un crédito no equivale a dinero gratis; siempre implica pagar un costo adicional (intereses, comisiones, seguros) por disponer del dinero anticipadamente. Por eso, antes de solicitar un crédito se debe evaluar la real necesidad del mismo y la capacidad de pago que tendremos para cumplir con la deuda. Un uso responsable del crédito puede mejorar nuestra calidad de vida (por ejemplo, al permitirnos comprar una vivienda), mientras que un uso imprudente puede derivar en sobreendeudamiento. Más adelante revisaremos consejos para usar el crédito de forma inteligente.

Tipos de créditos en Chile

En Chile existe una amplia gama de créditos ofrecidos por distintas instituciones financieras, ajustándose a diversas necesidades. Los principales tipos de créditos que se pueden solicitar incluyen los siguientes.

  • Crédito de consumo (préstamo personal): Es un monto de dinero que una entidad financiera (generalmente un banco, cooperativa o financiera) otorga a una persona natural para financiar gastos personales, compra de bienes de consumo o pago de servicios. Suelen ser de mediano o corto plazo, normalmente pactados a pagar entre 1 y 4 años. Por lo general son créditos sin garantía específica (no se deja una propiedad en garantía), por lo que la aprobación depende de los ingresos y antecedentes comerciales del solicitante. Los créditos de consumo pueden ser utilizados para múltiples fines: viajes, mejoras del hogar, comprar mobiliario, financiar un evento, etc. Las tasas de interés de estos préstamos tienden a ser más altas que las de créditos con garantía, debido al mayor riesgo para la institución. En Chile, las tasas de interés anuales para créditos de consumo suelen ubicarse en un rango aproximado de 10% a 30%, dependiendo del perfil del cliente y las condiciones del mercado (por ejemplo, en 2024 la tasa promedio rondaba el 24% anual para consumo). Además, por ley estos créditos deben informar la Carga Anual Equivalente (CAE), un indicador porcentual que refleja el costo total del crédito incluyendo intereses y gastos asociados, facilitando la comparación entre distintas ofertas.

  • Crédito hipotecario (préstamo para vivienda): Es un préstamo de largo plazo destinado a financiar la compra de una propiedad inmobiliaria (casa, departamento, terreno) o proyectos relacionados (construcción o ampliación de vivienda). En este tipo de créditos, la propiedad adquirida queda en garantía mediante una hipoteca a favor del banco u organismo que otorga el crédito. Los créditos hipotecarios usualmente se pactan a plazos extensos, típicamente entre 8 y hasta 30 años o más, dado el alto valor de las propiedades. Por ejemplo, es común pactar hipotecarios a 20 años en Chile. La institución financiera presta hasta cierto porcentaje del valor de la propiedad (frecuentemente hasta el 80% o 90% del valor, requiriendo que el solicitante aporte el resto como pie o cuota inicial). De hecho, muchos bancos establecen que el dividendo mensual (la cuota del hipotecario) no exceda el 25% de los ingresos líquidos del solicitante, con el fin de asegurar la capacidad de pago. Las tasas de interés hipotecarias suelen ser más bajas que las de consumo, ya que al haber una garantía real (la vivienda), el riesgo es menor; además pueden ser tasas fijas en pesos, variables (ligadas a la UF u otro índice) o mixtas, según el producto. Un aspecto importante es que los créditos hipotecarios en Chile están regulados por la Ley N°18.010, y recientemente se introdujo la figura del Crédito Hipotecario Universal, un producto estándar cuyas condiciones están determinadas por ley y que todos los oferentes de hipotecarios deben tener, para facilitar la comparación entre distintas instituciones. El crédito hipotecario universal está pensado para personas naturales que buscan financiar la adquisición, construcción o reparación de una vivienda, con características uniformes que fomentan la competencia. Al solicitar un hipotecario, además de los requisitos habituales, se deben considerar los gastos operacionales (tasación de la propiedad, impuesto de timbres y estampillas, notaría, inscripciones en el Conservador de Bienes Raíces, seguros de incendio y desgravamen, etc.), que incrementan el costo total y normalmente deben ser cubiertos por el solicitante en parte al inicio del crédito.

  • Crédito automotriz (préstamo para vehículo): Es un tipo de crédito de consumo específico para la compra de automóviles, motos u otros vehículos motorizados. Por lo general, estos préstamos los ofrecen bancos, concesionarios de automóviles (a veces a través de convenios con financieras) y cooperativas. Los créditos automotrices suelen tener plazos medianos (entre 1 y 5 años comúnmente) y, a diferencia de un crédito de consumo tradicional, en muchos casos el vehículo queda en garantía prendaria a favor del acreedor hasta que se termine de pagar el préstamo. Esto significa que si el deudor no paga, el acreedor podría embargar o recuperar el vehículo. Debido a esta garantía, algunas instituciones ofrecen tasas un poco más bajas en créditos automotrices que en préstamos de consumo sin garantía, aunque no siempre es el caso. También existen modalidades como el leasing vehicular, donde la institución compra el vehículo y el cliente lo usa pagando cuotas, con la opción de comprarlo al final; sin embargo, el leasing es más usado por empresas. Al solicitar financiamiento automotriz, es habitual que pidan un pie (por ejemplo, un 20% del valor del auto pagado al contado) y financien el resto. Muchos concesionarios facilitan el trámite del crédito directamente en la sala de ventas, enviando la solicitud al banco o financiera asociada, lo que agiliza el proceso para el comprador.

  • Créditos comerciales o para empresas: Destinados a empresas o emprendedores, para capital de trabajo, inversión en negocios o activos productivos. Estos créditos comerciales pueden ser líneas de crédito, préstamos de corto plazo, leasing de maquinaria, entre otros. Si bien no son el foco de este artículo (orientado al consumidor individual), conviene saber que existen y que suelen requerir antecedentes financieros de la empresa, garantías comerciales o flujo de caja proyectado. Los créditos comerciales típicamente se clasifican aparte de los de consumo en la banca, y pueden tener condiciones distintas (por ejemplo, plazos más cortos para capital de trabajo, o créditos a largo plazo para inversión con garantías hipotecarias o prendarias).

  • Créditos educacionales: En Chile también existen créditos destinados a financiar estudios superiores, como el Crédito con Aval del Estado (CAE) y otros programas crediticios para estudiantes universitarios. Estos créditos educacionales tienen condiciones especiales: suelen otorgarse a estudiantes que cumplen ciertos requisitos académicos y socioeconómicos, tienen periodos de gracia (no se pagan mientras se estudia) y plazos largos de pago una vez egresado (por ejemplo 10, 15 o 20 años según el caso). Son ofrecidos en coordinación con el Estado y bancos o instituciones financieras. Si bien son un tipo de crédito importante, el proceso para solicitarlos difiere del de un crédito de consumo común, ya que se gestiona a través de las instituciones de educación y organismos estatales (como Comisión Ingresa para el CAE). Para fines de este artículo, nos enfocaremos en los créditos tradicionales (consumo, hipotecario, etc.), pero es útil saber que para estudios existen mecanismos específicos creados por ley.

  • Tarjetas de crédito y líneas de crédito: Aunque no son "créditos" en el sentido de un préstamo único con cuotas fijas, las tarjetas de crédito y líneas de crédito asociadas a cuentas corrientes constituyen formas de financiamiento rotativo. Al solicitar una tarjeta de crédito, la entidad emisora te aprueba un cupo (línea de crédito renovable) que puedes utilizar para compras o avances en efectivo, pagando posteriormente ya sea el total facturado o un pago mínimo mensual, generándose intereses sobre el saldo. Similarmente, una línea de crédito es un monto adicional en tu cuenta corriente que puedes usar si quedas sin saldo, funcionando como sobregiro autorizado con intereses. Solicitar una tarjeta de crédito conlleva también una evaluación crediticia y requisitos (edad, ingresos, antecedentes comerciales), y una vez aprobada, su uso responsable es crucial. Las tarjetas de crédito suelen tener tasas de interés elevadas si no pagas el total (en Chile las tasas de las tarjetas pueden superar el 30% – 40% anual dependiendo del emisor), por lo que si bien otorgan flexibilidad y financiamiento de corto plazo, hay que ser muy ordenado en sus pagos. En este artículo nos enfocaremos en los créditos de tipo préstamo, pero no está de más recordar que una tarjeta de crédito es otra vía de obtener crédito, con sus propias reglas.

En resumen, antes de solicitar un crédito es útil definir qué tipo de crédito se ajusta a tu necesidad: si es un proyecto personal o compra no muy grande, probablemente un crédito de consumo; si es para vivienda, un hipotecario; si es un auto, un crédito automotriz; si es para un negocio, un crédito comercial; etc. Cada tipo de crédito tiene sus propias condiciones, plazos y requisitos, por lo que entender las diferencias te ayudará a dirigirte a la institución correcta y preparar la documentación apropiada.

Requisitos generales para solicitar un crédito

Los requisitos para pedir un crédito en Chile pueden variar ligeramente según la entidad financiera y el tipo de crédito, pero en términos generales casi todas las instituciones evaluarán los siguientes aspectos y condiciones mínimas:

  • Ser mayor de edad: Debes tener al menos 18 años para contraer obligaciones crediticias. En la práctica, muchos bancos y casas comerciales exigen una edad mínima algo mayor para ciertos productos (por ejemplo, 21 años para tarjetas de crédito bancarias, en algunos casos). Pero legalmente, con 18 años ya se pueden firmar contratos de crédito. Asimismo, hay una edad máxima referencial en ciertos créditos, sobre todo hipotecarios, para asegurar que la persona terminará de pagar antes de cierta edad (por ejemplo, algunos bancos establecen que la edad del solicitante más el plazo del crédito hipotecario no supere los 75 u 80 años). En créditos de consumo, la edad máxima también puede estar limitada (comúnmente 70-75 años), aunque algunos créditos para pensionados pueden extender un poco ese rango.

  • Documento de identidad vigente: Se requiere presentar la cédula de identidad chilena vigente al momento de la solicitud. Esto aplica tanto para chilenos como para extranjeros residentes. Las instituciones pedirán fotocopia de la cédula por ambos lados, o su escaneo si la solicitud es en línea. La identidad válida es fundamental para cualquier trámite financiero.

  • Residencia en el país: En el caso de extranjeros, por lo general se exige contar con residencia permanente (o al menos un período suficiente de residencia temporaria con intención de radicarse) para acceder a un crédito importante. Un extranjero con visa temporaria podría acceder a créditos de menor monto o tarjetas en casas comerciales, pero para hipotecarios y otros de alto monto suele ser requisito tener la permanencia definitiva o muchos años de estadía. Además, tener RUT (Rol Único Tributario, que en personas coincide con el número de cédula) es indispensable.

  • Ingresos demostrables y suficientes: Este es quizás el requisito más determinante. La entidad que presta el dinero quiere asegurarse de que el solicitante tiene capacidad de pago, es decir, ingresos regulares que le permitan pagar las cuotas del crédito sin problemas. Por ello, se pide comprobar ingresos mediante documentos formales (ver apartado de Documentos necesarios más abajo). Cada institución establece un ingreso mínimo según el monto de crédito solicitado y sus políticas. Por ejemplo, para un crédito de consumo de cierto monto, un banco podría exigir un ingreso líquido mensual mínimo (ej: que el cliente gane sobre $400.000 o $500.000 pesos al mes). Para un crédito hipotecario, se analiza que los ingresos permitan cubrir el dividendo proyectado sin superar cierto porcentaje de esos ingresos (recordemos la referencia: cuota ≤ ~25% de la renta en hipotecarios). En créditos de consumo, las instituciones podrían ser un poco más flexibles, pero aun así muchas recomiendan que la suma de todas tus cuotas no exceda el 40% o 50% de tu ingreso. Por ejemplo, Banco Falabella sugiere que tus cuotas totales no superen el 50% de tus ingresos. Si tus ingresos son variables (comisiones, honorarios) o parte son informales, puede complicar la evaluación; en tal caso, aportar antecedentes adicionales puede ayudar (por ejemplo, movimientos de cuenta que muestren ingresos constantes).

  • Antigüedad laboral o estabilidad: Ligado al punto anterior, se valora cuánto tiempo llevas en tu empleo o actividad. Para trabajadores dependientes, muchas veces se pide una antigüedad mínima en el trabajo actual (6 meses, 1 año, etc.) y/o continuidad laboral (por ejemplo, no haber tenido largos periodos de cesantía recientemente). Para independientes, a veces se exige cierta trayectoria (por ejemplo, dos declaraciones anuales de impuestos como mínimo, demostrando la actividad independiente estable). Esto porque una persona recién empleada o con empleo muy reciente es percibida con mayor riesgo de perder ingresos. Algunas instituciones especifican claramente el requisito: por ejemplo, que trabajes al menos 1 año con contrato indefinido, o 2 años si es contrato plazo fijo, etc., aunque esto varía. Si eres nuevo en el mundo laboral (pocos meses trabajando) es posible que te ofrezcan montos menores hasta ver histórico.

  • Buen historial crediticio y antecedentes comerciales: Este punto es crítico. La entidad evaluará tu historial financiero para ver si has cumplido bien con obligaciones de crédito previas. Para esto revisará bases de datos de información comercial, siendo la principal el famoso Dicom (Directorio de Información Comercial, manejado por Equifax). Si el solicitante aparece en Dicom con deudas impagas o protestos, es altamente probable que el crédito sea rechazado de inmediato. Los bancos suelen descartar automáticamente las solicitudes de personas reportadas en Dicom, ya que eso indica morosidad o incumplimiento previo. Incluso para créditos pequeños, estar en Dicom es un veto casi seguro. Por ello, antes de solicitar un crédito es recomendable asegurarse de no tener deudas morosas; si las hay, lo mejor es pagarlas y esperar a ser eliminado de dichos registros. Cabe señalar que figurar en Dicom no siempre es sinónimo de morosidad: uno puede aparecer con deudas vigentes pero al día (eso refleja tu nivel de endeudamiento total) y eso en sí no es negativo. Lo realmente perjudicial es tener deudas morosas, vencidas o castigadas informadas en el boletín comercial.. Además de Dicom, se consultan otras fuentes como el sistema de deudas de la CMF (Comisión para el Mercado Financiero) que muestra todas tus deudas bancarias vigentes. Un solicitante con muchas deudas actuales podría ver rechazada una nueva solicitud por sobreendeudamiento, aunque esté al día. También se revisa si has tenido protestos de documentos (cheques protestados, pagarés impagos) o incluso tu comportamiento con servicios básicos (aunque estos últimos no se reportan en Dicom según la ley). En resumen: tener un historial limpio y positivo (sin morosidades, ojalá con créditos previos pagados responsablemente) mejora enormemente las posibilidades de aprobación. Si nunca has tenido un crédito, tu historial es "en blanco", lo cual no es malo pero la institución solo podrá basarse en tus ingresos y datos personales, a veces ofreciendo montos más bajos inicialmente por precaución.

  • No superar ciertos niveles de endeudamiento: Este no es un "requisito" fijo sino más bien parte de la evaluación. La institución verificará cuánto debes actualmente (por ejemplo, suma de otras cuotas mensuales que pagas, límites usados de tarjetas, etc.) y calculará si al darte el nuevo crédito, tu carga financiera sería excesiva. Si concluyen que con el nuevo crédito tus compromisos mensuales serían demasiado altos comparados con tu ingreso, podrían negarlo o reducir el monto ofertado. Por eso, si ya tienes varios créditos simultáneamente, quizás debas considerar primero pagar alguno antes de solicitar otro, o buscar consolidar deudas. Existe la Informe de Deudas de la CMF, un documento oficial que cualquier persona puede obtener para saber qué deudas tiene registradas en el sistema financiero – las instituciones de crédito lo consultan para su análisis de riesgo.

  • Cumplir políticas internas de la institución: Además de los puntos anteriores, cada banco o financiera tiene sus propias políticas de riesgo. Por ejemplo, algunas instituciones pueden tener como política no otorgar créditos de consumo a personas con ingresos bajo cierto umbral, o no prestar sobre determinados montos a mayores de cierta edad, etc. También pueden influir factores como la profesión u ocupación (por estadística, ciertas ocupaciones podrían considerarlas de mayor riesgo de discontinuidad laboral) o la región donde resides. Estas políticas no siempre son públicas, pero explican por qué a veces un crédito es aprobado en un banco y tal vez rechazado en otro aun teniendo uno los documentos en regla. Cada institución tiene autonomía para fijar sus condiciones de otorgamiento de créditos, siempre dentro del marco de la ley. Por ejemplo, la ley financiera establece ciertas obligaciones y límites (como la tasa máxima convencional de interés permitida), pero dentro de esos márgenes el banco decide a quién le presta y a quién no, según su apetito de riesgo. Esto significa que si una entidad te rechaza, otra podría aprobarte evaluando el mismo caso de manera distinta.

En síntesis, para tener éxito al solicitar un crédito debes ser un solicitante atractivo para el acreedor: mayor de edad y con capacidad legal, con ingresos estables y suficientes, con un historial de pago responsable y sin deudas morosas, y aportar todos los datos que la institución requiera para evaluar tu solvencia. En la siguiente sección detallaremos qué documentos suelen pedir para verificar estos requisitos.

Cómo solicitar un crédito facilmente

Documentos necesarios para solicitar un crédito

Cuando decides postular a un crédito, la entidad financiera te solicitará una serie de documentos respaldatorios para comprobar tu identidad, ingresos y antecedentes. Tener estos documentos preparados de antemano agilizará enormemente el proceso. A continuación, enumeramos los documentos más comunes que se exigen, según tu situación laboral y el tipo de crédito:

  • Cédula de identidad vigente: Ya mencionado, pero lo reiteramos. Se debe presentar la cédula chilena (o DNI para extranjeros con residencia) al día. Si está vencida, la solicitud no podrá concretarse hasta renovarla. En plataformas en línea, se suele adjuntar una foto o scan de la cédula. En sucursales, te la fotocopiarán o escanearán. También pueden pedirte informar el número de serie o documento de la cédula para validarla.

  • Comprobante de domicilio: No siempre lo piden, pero algunas instituciones solicitan algún documento que acredite tu dirección (puede ser una boleta de servicios básicos a tu nombre, un estado de cuenta bancario, o certificado de residencia emitido por la junta de vecinos o notaría). Esto es más frecuente en procesos de abrir cuentas corrientes, pero para créditos podría pedirse si la dirección no coincide con la que aparece en tu cédula o en tus datos.

  • Documentos de ingresos para trabajadores dependientes: Si eres empleado con contrato, típicamente te pedirán:

    • Últimas liquidaciones de sueldo: por lo general las últimas 3 liquidaciones de sueldo (si cobras mensualmente) o incluso 6 en algunos casos. Estas liquidaciones muestran tu ingreso bruto, descuentos y líquido pagado. Sirven para verificar cuánto ganas y la estabilidad (si los montos varían mucho o no).

    • Certificado de antigüedad laboral o contrato de trabajo: Muchas veces se pide una copia del contrato de trabajo vigente, especialmente si es indefinido. Si es a plazo fijo, considerarán cuánto queda de contrato. Algunas instituciones en lugar del contrato piden una Carta del Empleador o certificado de antigüedad, donde la empresa declara desde cuándo trabajas allí, tu cargo y renta. También es común que soliciten un Certificado de Cotizaciones AFP (que muestra tus cotizaciones previsionales de, por ejemplo, los últimos 12 meses) para comprobar continuidad laboral y remuneraciones declaradas. BancoEstado, por ejemplo, pide a veces el certificado de cotizaciones con las 12 últimas cotizaciones pagadas.

    • Últimas planillas de cotizaciones de salud/AFP: Relacionado a lo anterior, algunas instituciones revisan que estés al día en el pago de tus cotizaciones previsionales y de salud, ya que atrasos podrían indicar problemas financieros. Este documento lo puedes obtener en tu AFP o en Fonasa/Isapre.

    • Declaración de renta anual (Formulario 22): No es común pedirla a empleados si ya presentas liquidaciones, pero en créditos grandes podría requerirse para ver si tienes otras entradas (por ejemplo, arriendos u otros ingresos adicionales declarados). Generalmente se limita a créditos hipotecarios de alto monto.

  • Documentos de ingresos para trabajadores independientes: Si trabajas por cuenta propia, como profesional independiente, comerciante, emprendedor individual o similar, la forma de acreditar ingresos es distinta:

    • Declaraciones de impuestos: la principal referencia serán tus declaraciones de renta ante el Servicio de Impuestos Internos (SII). Te pueden pedir los últimos Formulario 22 (declaración anual) de dos o tres años, y/o los formularios de pago de impuestos provisionales mensuales (Formulario 29) si corresponde. Esto muestra cuánto has ganado y pagado en impuestos, siendo un proxy de tus ingresos reales.

    • Boletas de honorarios emitidas: en caso de profesionales que emiten boletas, podrían solicitar un reporte de boletas de cierto periodo para ver tus ingresos mensuales. El SII permite obtener una certificación de boletas electrónicas emitidas.

    • Estados de situación financiera: en algunos casos (independientes con contabilidad) se pide un balance simple o una certificación de ingresos confeccionada por un contador colegiado.

    • Movimientos bancarios: a veces, como complemento, te solicitan estados de cuenta bancarios de los últimos 3 a 6 meses, para observar tus flujos de entrada y salida de dinero. Esto es especialmente útil para quienes tienen ingresos no formalizados completamente (por ejemplo, emprendedores que aún no declaran todo).

    • Antecedentes de tu negocio: Si tu independencia es tener un pequeño negocio o pyme, quizás presentando antecedentes de ventas, facturación o contratos con clientes ayudas a comprobar tu capacidad de generar ingresos.

  • Documentos para pensionados o rentistas: Si la persona es jubilada y recibe una pensión, se puede presentar el comprobante de pago de pensión o la colilla de pago de la AFP/compañía de seguros. Si recibe rentas por arriendo de propiedades, puede presentar contratos de arriendo vigentes o comprobantes de depósitos mensuales. Cualquier ingreso permanente que tengas, debe quedar demostrado con documentación.

  • Situación financiera global: En créditos de mayor envergadura (hipotecarios, por ejemplo) el banco podría pedir un detalle de tu situación financiera: declaración de patrimonio, listado de deudas actuales, etc. Algunos bancos entregan un formulario donde debes indicar si tienes otras deudas, propiedades, vehículos, etc. No ocultes información, ya que igualmente verificarán tu historial; mentir puede ser causal de rechazo inmediato.

  • Garantías o avales (si aplican): En ciertos créditos se exige la presentación de garantías específicas:

    • Para un crédito hipotecario: se requiere toda la documentación de la propiedad que servirá de garantía. Esto incluye la promesa de compraventa o contrato de compraventa del inmueble que adquieres, el certificado de dominio vigente de la propiedad, certificados de gravámenes, informes legales (estudio de títulos) y la tasación del inmueble. Gran parte de estos documentos los tramita el banco en coordinación con el vendedor y notaría, pero es bueno tener claro que forman parte del proceso.

    • Para un crédito automotriz: se usará el vehículo como prenda. La institución puede pedir la factura proforma del auto (si es nuevo) o los datos del vehículo usado que comprarás, para evaluar el financiamiento. Luego al aprobar, se firma un contrato de prenda sin desplazamiento sobre el vehículo.

    • Aval o codeudor solidario: En algunos préstamos, si el solicitante principal no tiene suficiente respaldo, se puede requerir un aval o codeudor. Esta es una persona (familiar, cónyuge, etc.) con buenos ingresos o patrimonio que firma junto al deudor y se compromete a pagar en caso que el primero no lo haga. Si te piden un aval, esa persona deberá también presentar sus documentos (cédula, comprobantes de ingresos, etc.) y será evaluada como si también solicitara el crédito. Cada vez es menos común en créditos de consumo pedir aval, pero en hipotecarios a veces se permite complementar renta con un co-deudor (ejemplo: pareja que pide el crédito en conjunto).

    • Seguro de desgravamen e invalidez: No es exactamente un "documento", pero sí un requisito en muchos créditos que contrates un seguro de desgravamen (que cubre el saldo deudor si falleces) y en hipotecarios también seguro de incendio para la propiedad. Por ley, la institución no puede obligarte a que lo contrates con ellos mismos, puedes elegir la aseguradora, pero sí debes tener esos seguros vigentes. Normalmente durante la solicitud de crédito hipotecario, por ejemplo, te darán cotizaciones de seguros para que elijas o presentes una alternativa.

En general, mientras más completo sea el dossier de documentos que presentes, más fluido será el análisis de tu solicitud. La ausencia de un documento clave puede retrasar o impedir la evaluación. Por ello, antes de acudir a solicitar el crédito (o de empezar la solicitud online) reúne con anticipación tus últimas liquidaciones, certificados y cualquier otro antecedente financiero relevante.

Una recomendación útil: si tienes dudas de qué te pedirán, muchos sitios web de bancos listan los requisitos y documentos para cada crédito. También en la plataforma oficial ChileAtiende (www.chileatiende.gob.cl) puedes encontrar fichas informativas. Por ejemplo, ChileAtiende ofrece un Simulador de cuotas de créditos de consumo donde además orienta sobre cuánto podrías solicitar según tu capacidad de pago. Tener esos datos a mano te evitará idas y venidas innecesarias.

¿Dónde solicitar un crédito? – Instituciones financieras disponibles

En Chile, no solo los bancos otorgan créditos. El mercado financiero chileno cuenta con diversas instituciones autorizadas para otorgar préstamos, cada una con sus características. A la hora de buscar dónde solicitar un crédito, conviene conocer las opciones:

  • Bancos: Son quizás la fuente más tradicional de créditos. Los bancos comerciales (Banco Santander, Banco de Chile, BancoEstado, BCI, Scotiabank, Itaú, etc.) ofrecen toda la gama de créditos: consumo, hipotecarios, automotrices (algunos vía convenios), líneas de crédito, tarjetas, comerciales, etc. Los bancos están fuertemente regulados por la CMF (Comisión para el Mercado Financiero) y suelen ofrecer las mejores tasas de interés en créditos de mayor monto a clientes con buen perfil. También tienden a tener exigencias altas en cuanto a historial e ingresos. Si tienes cuenta corriente en un banco, es lógico partir cotizando allí, pues ya poseen información tuya. No obstante, también puedes cotizar en bancos donde no seas cliente; muchos permiten hacer simulaciones por internet ingresando tus datos, e incluso iniciar la solicitud de crédito online aunque no tengas productos previos. Los bancos, por ley, deben entregar al cliente una "Hoja de Cotización" con los detalles del crédito ofrecido (monto, plazo, tasa, CAE, costo total) que tenga una validez mínima de 7 días hábiles. Esto significa que la oferta que te haga un banco debe respetarte las condiciones por ese periodo, dándote chance de comparar con otros (ver más en la sección de Derechos del consumidor financiero).

  • Cooperativas de ahorro y crédito: Las cooperativas (como Coopeuch, Capual, Detacoop, Oriencoop, etc.) son instituciones financieras mutuales donde los mismos socios son dueños. Varias de ellas están supervisadas por la CMF (al menos las más grandes). Ofrecen créditos de consumo, microcréditos, créditos hipotecarios y otros, generalmente a sus socios. Para pedir un crédito en una cooperativa, por lo común debes primero hacerte socio de la cooperativa (lo que implica una afiliación y cumplir sus requisitos, muchas veces ser parte de un gremio o zona geográfica, según la cooperativa). Las cooperativas a veces tienen tasas competitivas y requisitos más flexibles para personas que quizás no califican en un banco tradicional, especialmente en montos pequeños. Por ejemplo, Coopeuch es conocida por otorgar créditos de consumo a pensionados o trabajadores con condiciones accesibles. También suelen tener campañas para socios (como sorteos, excedentes). Si estás afiliado a alguna, es buena idea cotizar con ella.

  • Cajas de Compensación: Son entidades de seguridad social que, entre muchos servicios, otorgan créditos sociales a sus afiliados. Las cajas de compensación (Los Andes, 18 de Septiembre, Gabriela Mistral, La Araucana, etc.) entregan préstamos a trabajadores de empresas adheridas y a pensionados. Los créditos de caja de compensación tienen tasas reguladas y suelen descontarse por planilla (directamente de tu sueldo o pensión). Su trámite es bastante rápido si cumples los requisitos. Por ejemplo, un trabajador cuyos empleador esté afiliado a Caja Los Andes puede pedir un crédito en la misma caja presentando su liquidación de sueldo; la caja evalúa su capacidad de descuento por planilla y otorga el préstamo, que luego el empleador se encarga de descontar mes a mes. Estas no verifican Dicom de la misma forma que un banco (porque el pago está asegurado con el descuento de remuneración), por lo que a veces son una alternativa para quienes están algo complicados con deudas, aunque igualmente tienen topes de endeudamiento. Si eres pensionado afiliado a una caja, también puedes obtener créditos con cuotas que se descuentan de la pensión. En resumen, las cajas son opción para empleados formales y jubilados, con un mecanismo de pago muy seguro para el acreedor.

  • Instituciones de Retail y Tarjetas de Casa Comercial: En Chile, las grandes tiendas comerciales tienen desde hace décadas sus propios productos de crédito, principalmente las tarjetas de crédito de tienda (como la CMR de Falabella, la tarjeta Ripley, tarjeta Cencosud (Jumbo/Easy/Paris), La Polar, etc.). Varias de estas tiendas incluso formaron sus bancos (Banco Falabella, Banco Ripley, Banco Paris -aunque este último cerró-), de modo que hoy operan casi como bancos de nicho orientados al consumo. Con una tarjeta de casa comercial puedes obtener avances en efectivo (que son préstamos de consumo) además de usarla para compras. También existen empresas automotrices con su financiera (ej. Forum, Autofin, etc.). Los requisitos de aprobación suelen ser más flexibles en retail que en bancos, por lo que mucha gente inicia su historial sacando una tarjeta de tienda. Sin embargo, las tasas de interés de retail suelen ser más altas, rozando los máximos permitidos. Por ejemplo, no es raro que el Costo Anual Equivalente de un avance en efectivo con tarjeta de tienda supere el 50% anual si se suma comisión e intereses. Aun así, para montos pequeños o si no tienes alternativas bancarias, estas instituciones son una opción. Se recomienda usarlas con precaución y no sobreutilizarlas. Para solicitar un crédito en retail, normalmente basta con acercarse con cédula e información básica (o hacerlo online si la tienda lo ofrece) y si cumples perfil mínimo (ingresos, edad, etc.), te aprueban una tarjeta o crédito al instante.

  • Mutuarias y financieras automotrices/inmobiliarias: Existen también entidades llamadas mutuarias, que no son bancos pero otorgan principalmente créditos hipotecarios. Funcionan con menos regulación bancaria y a veces logran dar crédito a perfiles que un banco rechazó, aunque pueden tener costos algo mayores. Un ejemplo es Mutuaria AVLA, etc. Asimismo, para vehículos, existen financieras de las automotoras que otorgan créditos prendarios. Estas entidades suelen estar inscritas en la CMF como emisores de crédito de propósito específico. Si una persona no logra un hipotecario en un banco (por ejemplo, por ser mayor a la edad límite bancaria, o por tener un historial crediticio no perfecto pero tampoco catastrófico), acudir a una mutuaria podría ser viable, entregando la propiedad como garantía de igual forma.

  • Fintech de préstamos online: En los últimos años han surgido plataformas fintech que ofrecen préstamos 100% en línea, de forma rápida. Algunas de estas plataformas hacen evaluación con modelos alternativos (por ejemplo, analizando tu comportamiento digital, tus cuentas, etc.) y pueden otorgar créditos de montos bajos a medianos casi instantáneamente. Ejemplos (ficticios) podrían ser créditos vía apps, o empresas fintech registradas como Prestamype, Cumplo (aunque esta es más peer-to-peer para pymes), etc. Es fundamental verificar que estas plataformas sean formales y estén inscritas en los registros de la CMF o al menos sujetas a la normativa vigente. Muchas fintech no captan dinero del público sino que actúan como intermediarios entre inversionistas y solicitantes (crowdlending), pero igual deben cumplir la Ley de Protección al Consumidor. Si optas por un préstamo online fintech, lee bien las condiciones, porque la facilidad a veces viene con costos altos o plazos muy cortos.

  • Préstamos informales o entre personas: Aunque no es recomendable, algunas personas recurren a préstamos informales (ej. prestamistas particulares, conocidos, o incluso plataformas no reguladas). Estas opciones pueden implicar riesgos grandes: tasas usureras, prácticas de cobranza abusivas e incluso peligro de estafa. En Chile, la ley 18.010 regula los préstamos de dinero, estableciendo intereses máximos permitidos; pero un prestamista informal podría no respetar nada de esto. Por tanto, se aconseja evitar préstamos fuera del sistema formal. Si definitivamente no calificas en ninguna institución formal, como última instancia podrías pedir ayuda a un familiar o amigo de confianza mediante un préstamo privado, documentándolo bien y sin exceder lo que podrás pagar, para no dañar relaciones personales. Pero siempre que sea posible, intenta agotar las opciones formales antes de llegar a esto.

En conclusión, el mejor lugar para solicitar un crédito dependerá de tu perfil y necesidad: los bancos y cooperativas para quienes cumplen requisitos tradicionales y buscan mejores condiciones; las cajas de compensación para trabajadores/pensionados que pueden usar el descuento por planilla; el retail y fintech para montos menores o historial inicial (teniendo presente el mayor costo); y evitar soluciones riesgosas fuera de regulación. No temas cotizar en varias instituciones distintas; como consumidor, tienes derecho a informarte y elegir la alternativa más conveniente. De hecho, el SERNAC (Servicio Nacional del Consumidor) puso a disposición un Simulador/Comparador de Créditos de Consumo que incluye la mayoría de bancos, cajas de compensación y algunas cooperativas, donde ingresando el monto y plazo puedes ver distintas ofertas y sus costos, facilitando enormemente la tarea de cotizar. Herramientas como esa te permitirán decidir dónde conviene solicitar tu crédito.

Requisitos generales para solicitar un crédito

Paso a paso: ¿Cómo solicitar un crédito?

Ahora que conocemos los tipos de créditos, los requisitos y dónde podemos pedirlos, veamos cómo es el proceso típico para solicitar un crédito en Chile. Aunque cada entidad puede tener su procedimiento específico, en general una solicitud de crédito atraviesa las siguientes etapas:

  1. Determina cuánto necesitas y en qué tipo de crédito encaja tu objetivo: Antes de acercarte a una institución, clarifica cuál es el monto que requieres y para qué lo usarás. Esto te ayudará a elegir el tipo de crédito adecuado. Por ejemplo, si quieres dinero para comprar electrodomésticos o pagar unas vacaciones, probablemente sea un crédito de consumo personal lo que buscas; si es para una casa, será un hipotecario; si es para un auto, uno automotriz, etc. Define también el plazo en el que quisieras pagar. Recuerda que plazos más largos significan cuotas más bajas pero mayor pago total de intereses, mientras plazos más cortos implican cuotas más altas pero menor costo total. Haz un presupuesto de tus finanzas para determinar qué cuota mensual puedes pagar cómodamente sin descuidar tus gastos esenciales. Como guía, se sugiere que tus pagos mensuales por deudas no excedan el 30-40% de tus ingresos para mantener salud financiera. En esta etapa inicial, vale la pena que estimes tu capacidad de endeudamiento: El SERNAC ofrece una herramienta llamada Calculadora de Presupuesto Familiar que permite calcular tu capacidad de pago mensual. Usa estas herramientas para tener un marco realista de tu solicitud.

  2. Investiga y compara las opciones disponibles (cotizaciones): No tomes el primer crédito que te ofrezcan sin comparar previamente con otras alternativas. Una de las reglas de oro es "cotizar antes de firmar". Puedes empezar revisando simuladores en línea: prácticamente todos los bancos tienen simuladores en sus páginas web para créditos de consumo e hipotecarios. Introduce el monto y plazo deseado y mira la cuota estimada, la tasa de interés y la Carga Anual Equivalente (CAE). También utiliza el Simulador de Créditos de Consumo del SERNAC mencionado, que en marzo de 2025 lanzó una versión actualizada para comparar la mayoría de ofertas del mercado. Fíjate en:

    • Tasa de interés nominal que ofrece cada entidad.

    • CAE (Carga Anual Equivalente), que es el indicador más útil para comparar porque incluye seguros y comisiones La alternativa más barata será la de menor CAE, en condiciones similares.

    • Valor de la cuota que tendrías que pagar cada mes.

    • Costo total del crédito, es decir, la suma de todas las cuotas más costos, que suele expresarse en la Hoja de Cotización.

    • Comisiones o seguros obligatorios: por ejemplo, algunos créditos incluyen comisión de administración mensual o cobran por evaluación, etc. Todo eso incide en el costo total.

    • Flexibilidad de pago o beneficios: algunas instituciones ofrecen gracia de uno o dos meses iniciales (difieres la primera cuota), otras permiten hacer prepagos sin costo o con menor penalización que el estándar, otras incluyen seguros de desempleo por algunos meses sin costo, etc. Son cosas a considerar según tu situación.

    Toma nota de las 2 o 3 mejores opciones que encuentres. No olvides incluir en la comparación a tu banco actual (si tienes cuenta en alguno), pues a veces tienen ofertas preaprobadas para sus clientes que pueden ser convenientes. Sin embargo, sé cauto: "preaprobado" no garantiza que luego no te rechacen; siempre harán la verificación final. Una vez que identifiques dónde el crédito podría salir más barato o más ajustado a tus necesidades, procede a la siguiente etapa.

  3. Verifica los requisitos particulares y reúne los documentos: Con tus opciones seleccionadas, verifica en cada institución cuáles son los requisitos específicos y documentos que solicitan. Normalmente esto está en sus páginas web (sección de requisitos del crédito) o puedes llamar/consultar vía formulario. Aunque ya mencionamos los documentos generales, podría haber diferencias: por ejemplo, un banco puede pedir 6 últimas liquidaciones en lugar de 3, o puede requerir una renta mínima. Asegúrate de cumplir con los criterios antes de proceder. Si ves que no cumples alguno (por ejemplo, te exigen antigüedad laboral de 1 año y llevas 8 meses), podrías:

    • Intentar igual presentando la solicitud (si es marginal la diferencia, a veces igual la consideran).

    • O esperar un tiempo hasta cumplir el requisito, si no es urgente.

    • O buscar otra institución más flexible en ese aspecto.

    En paralelo, comienza a reunir todos los documentos que mencionamos antes: imprime tus liquidaciones de sueldo, obtén tu certificado de cotizaciones AFP, actualiza tu cartola de movimiento si la pedirás, descarga tus declaraciones de renta, etc. Es recomendable guardar versiones digitales (PDF) de todo esto, ya que muchos trámites ahora se hacen en línea subiendo archivos. Ten en cuenta que los documentos deben estar actualizados: una liquidación de hace 1 año no sirve, necesitan las recientes; un certificado de antigüedad con más de 30 días podría no ser válido, etc. Por tanto, obtén los más frescos posibles. Si te falta algún documento que tardará (ejemplo: una carta de tu empleador), solicítalo cuanto antes para no retrasar la solicitud.

  4. Inicia la solicitud formal: Con la información y papeles listos, es hora de postular al crédito. Aquí tienes dos vías principales:

    • En persona (oficina o sucursal): Puedes dirigirte a la sucursal del banco o entidad elegida y solicitar hablar con un ejecutivo sobre el crédito que deseas. Allí llenarás una solicitud (formulario) con tus datos personales, laborales, monto requerido, plazo deseado, etc. Entregarás tus documentos físicos o por correo electrónico según te indiquen. El ejecutivo ingresará tus datos al sistema y muchas veces el sistema realiza una precalificación inmediata (por ejemplo, consulta Dicom al instante, calcula tu coeficiente de endeudamiento, etc.). Si todo está en orden, continuarán con la evaluación más detallada. En caso de hipotecarios, el proceso es más largo y formal: se llena una solicitud más extensa y luego viene la etapa de tasación y estudio legal, etc. Pero para un crédito de consumo, esta visita a la sucursal podría incluso terminar con una respuesta inmediata o en pocos días.

    • Vía internet (solicitud online): Actualmente, la mayoría de bancos y cooperativas ofrecen la posibilidad de solicitar créditos en línea desde sus sitios web o apps. Si ya eres cliente con cuenta en el banco, es muy sencillo: posiblemente veas ofertas preaprobadas en tu banca en línea, y con pocos clics puedes pedir el crédito, ya que la institución ya tiene muchos de tus datos. Si no eres cliente, igual en muchos sitios llenas un formulario web con tus datos personales, adjuntas los documentos escaneados (en formatos PDF, JPG u otros), y envías la solicitud. Luego podrías tener que acercarte solo a firmar si es aprobada. Solicitar online tiene la ventaja de comodidad y a veces rapidez, pero asegúrate de hacerlo en los sitios oficiales y confiables de las instituciones (cuidado con sitios fraudulentos que se hagan pasar por financieras). Tras enviar la solicitud online, te debería llegar una confirmación (en pantalla o al correo) de que fue recepcionada, y te contactarán posteriormente para el resultado. Nota: Si vas a ingresar múltiples solicitudes en distintos lugares para comparar, hazlo en un lapso corto de tiempo. Las consultas a tu historial de crédito quedan registradas y varias consultas en periodos distintos podrían afectar marginalmente tu "score" (aunque en Chile esto no es tan transparente como en otros países con sistemas de puntaje crediticio, igualmente los bancos ven cuántas veces apareces buscando crédito). Lo ideal es cotizar ampliamente, pero ya en la solicitud formal, selecciones 1 o 2 instituciones donde realmente estés decidido a tomar el crédito si te lo aprueban con las condiciones esperadas.

  5. Evaluación crediticia por la entidad: Una vez ingresada tu solicitud con toda la documentación, viene la etapa de análisis por parte del acreedor. Aquí, el equipo de riesgo o análisis crediticio revisará:

    • Que los documentos sean auténticos y coherentes (ejemplo: que tus liquidaciones coincidan con montos de cotización AFP, que la cédula coincida con tus datos, etc.).

    • Consultarán tu historial en sistemas comerciales: Dicom/Equifax, el registro de deudas de la CMF, comportamiento interno si ya eras cliente, etc.

    • Calcularán indicadores como tu ratio de endeudamiento (cuánto porcentaje de tus ingresos se iría en pagar deudas), tu patrimonio si has declarado alguno, y posiblemente te asignen un score de crédito interno.

    • Verificarán que cumplas las políticas: por ejemplo, que tu edad esté en el rango, que tu actividad laboral sea aceptable, etc.

    • Si presentaste un aval o codeudor, también evaluarán los datos de esa persona bajo las mismas luces.

    • En créditos hipotecarios, además evaluarán la propiedad a comprar: su tasación, que los papeles legales estén bien, etc. (esta parte conlleva días o semanas y participación de tasadores y abogados).

    Durante esta fase, es posible que te contacten para solicitar aclaraciones o documentos adicionales. Por ejemplo, si vieron que tienes un préstamo que no declaraste, podrían pedirte la cartola de ese préstamo; o si tu dirección no coincidía, quizás un comprobante de domicilio; o si tus ingresos varían mes a mes, tal vez una explicación. Lo mejor es responder rápido y honestamente a cualquier requerimiento adicional para no frenar el proceso. Esta etapa de evaluación puede durar desde unos minutos u horas (en créditos de consumo pequeños, muchos sistemas dan respuesta casi instantánea si todo está ok) hasta unos pocos días hábiles. En hipotecarios, la evaluación inicial financiera quizás tome una semana, y luego viene la etapa de trámites de la vivienda que puede tardar varias semanas más. Ten paciencia pero también puedes ir consultando el estado de tu solicitud si ves que demora más de lo indicado.

  6. Respuesta: aprobación o rechazo (o contraoferta): Tras el análisis, la institución te dará una respuesta. Hay varios escenarios posibles:

    • Aprobado: ¡Felicitaciones! Significa que la entidad está dispuesta a otorgarte el crédito en las condiciones que solicitaste (o muy similares). Generalmente te indicarán el monto aprobado, plazo y tasa. Debes revisar que coincida con lo que esperabas de la cotización. En algunos casos la aprobación es con condiciones: por ejemplo, te aprueban pero por un monto ligeramente menor al pedido, o te aprueban sujeto a que presentes algún documento pendiente, o a la firma de un aval, etc.

    • Rechazado: Puede ocurrir. Si tu solicitud es rechazada, tienes derecho a saber el motivo del rechazo. Las instituciones deben basarse en factores objetivos; por ejemplo, pueden decirte "rechazado por superar límite de endeudamiento", o "por historial con morosidades", o "no cumple política de antigüedad laboral". Pide que te informen la razón por escrito si es posible, así sabrás qué mejorar para una próxima vez. A veces los rechazos son automáticos (por sistema) y el ejecutivo quizá no tenga mucha facultad de revertirlos, pero en algunos casos podrías apelar o presentar más antecedentes. Por ejemplo, si fue por ingreso insuficiente, tal vez incluir a tu cónyuge como co-deudor podría revertirlo. No está de más preguntar.

    • Contraoferta: En ocasiones, la entidad no aprueba en los términos que pediste, pero te ofrece algo alternativo. Ejemplos: Pediste $10 millones a 4 años, y pueden ofrecerte $7 millones a 5 años. O te ofrecen aprobar el monto pero si extiendes el plazo para que la cuota sea menor. O cambiar algo de las condiciones (quizá un poco más de tasa si te perciben de mayor riesgo). En estos casos, considera la oferta y si te acomoda. No estás obligado a aceptarla. Puedes negociar algunos puntos si crees que hay margen, aunque en consumo minorista normalmente las condiciones son estándar sin mucha negociación (más allá de elegir con o sin seguros opcionales).

    Si lamentablemente ninguna institución te aprobó, habrá que replantear la estrategia: revisar qué factor te está perjudicando (por ejemplo Dicom, o bajos ingresos, etc.) y trabajar en mejorarlo antes de volver a intentar meses después. Más adelante damos consejos para aumentar la chance de aprobación.

  7. Aceptación de la oferta y firma del contrato: Si el crédito fue aprobado y decides seguir adelante, viene la formalización. Te entregarán la Hoja de Resumen o cotización final con todos los detalles del crédito (monto, tasa, CAE, número de cuotas, valor de cada cuota, comisiones, seguros, Costo Total del Crédito, etc.) para que la revises. Es muy importante leer detenidamente las condiciones antes de firmar nada. Todas las promesas verbales deben estar por escrito en el contrato. Verifica que la tasa coincida con lo hablado, que no haya cobros adicionales no informados previamente, que las fechas de pago y el medio para pagar te queden claros. En Chile, la ley exige que en los contratos de adhesión de productos financieros (como los créditos) las empresas incluyan una hoja resumen con las cláusulas principales, facilitando su comprensión al cliente. Asegúrate de recibir esa hoja y consérvala.

    Luego procederás a la firma del contrato de crédito y pagaré. Tradicionalmente esto se hace de forma presencial en la sucursal o ante notario (en hipotecarios siempre interviene un notario). Sin embargo, hoy muchos créditos de consumo permiten firma electrónica: te envían un código al celular o correo y firmas digitalmente el documento. El pagaré es un documento donde reconoces la deuda de dinero; es parte del contrato y sirve para que el banco pueda eventualmente ejecutar el cobro si no pagas. Pregunta cualquier duda antes de firmar: por ejemplo, ¿qué pasa si quiero prepagar la deuda? (debe estar indicado que puedes pre-pagar, es un derecho irrenunciable del deudor en Chile poder pagar anticipadamente, aunque si el crédito originalmente pactado era a más de 1 año, la entidad puede cobrar una comisión de prepago limitada por ley). Otro punto: muchas veces te ofrecen productos anexos durante la firma, como seguros de desempleo, seguros de vida complementarios, u otros servicios (ej: una cuenta corriente asociada). Recuerda que no pueden obligarte a contratar productos adicionales no deseados como condición para darte el crédito; esa práctica se llama venta atada y está prohibida. Puedes libremente rechazar extras que no te interesen. Solo los seguros obligatorios (desgravamen/incendio en hipotecarios) son exigibles, y aun así tú puedes buscar con quién contratarlos.

    Tras firmar, la institución también firma o valida, y te deben entregar copia del contrato y pagaré. Guarda esos documentos en lugar seguro. En el caso de un crédito hipotecario, la firma es ante notario de la escritura hipotecaria; luego viene la inscripción de la hipoteca, etc., trámites que demorarán un poco antes del desembolso.

  8. Desembolso del crédito: Completada la firma, la entidad procederá a entregar los fondos del préstamo. El modo más habitual hoy es vía depósito o transferencia electrónica a tu cuenta bancaria. Si eres cliente del mismo banco, te lo abonan ahí mismo. Si no lo eres, usualmente te pedirán un número de cuenta de tu banco para transferirte (algunos podrían emitir un vale vista o cheque nominativo si no tienes cuenta, pero es menos común). En créditos hipotecarios, el desembolso normalmente va directamente al vendedor de la propiedad o a quien corresponda, a través de vale vista o instrucciones de notaría, ya que es parte de una transacción de compraventa. En créditos de automotriz cuando compras en concesionario, a veces el banco paga directamente al concesionario. Pero si es un crédito de consumo normal, recibirás el dinero en tu cuenta para que tú dispongas de él según el fin que quieras.

    El plazo de entrega del dinero tras la firma puede variar: algunos bancos depositan el mismo día o al día hábil siguiente. Otros podrían tardar un par de días. Pregunta al firmar cuánto demorará; así podrás hacer seguimiento. Una vez que tengas el dinero, ya sea que lo uses para pagar lo que necesitabas o para depositarlo temporalmente, recuerda que desde el siguiente mes (o cuando corresponda según contrato) deberás comenzar a pagar las cuotas.

  9. Pago y cumplimiento del crédito: La etapa final es, por supuesto, honrar los pagos comprometidos. A partir de aquí debes asegurarte de pagar cada cuota en la fecha estipulada. La mayoría de los créditos se pagan mes a mes. Puedes programar un PAC (Pago Automático de Cuenta) o PAT (Pago Automático con Tarjeta) para que te descuenten la cuota automáticamente de tu cuenta bancaria o tarjeta de crédito en la fecha de vencimiento, evitando olvidos. Esta es una buena práctica para no incurrir en mora. Si prefieres pagar manualmente, sé disciplinado: anota las fechas de pago en un calendario, y efectúa el pago con algunos días de anticipación (muchos bancos permiten pagar en línea a través de su web o app, o puedes ir a la caja a pagar en efectivo/cheque).

    ¿Qué ocurre si se retrasa un pago? Si por algún motivo no pagas una cuota a tiempo, incurrirás en intereses por mora e incluso multas por atraso, según lo establecido en el contrato. Además, tu comportamiento quedará registrado. En los créditos bancarios, usualmente tras un día de atraso ya estás "en mora" y te comenzarán a cobrar interés penal. Si dejas pasar varios días, te contactará el área de cobranzas para recordarte el pago. Retrasos mayores de 30 días pueden ser reportados a Dicom como morosidad, dañando tu historial. Por ello, evita a toda costa llegar a esos extremos. En caso de dificultades financieras imprevistas (pérdida de empleo, gastos de emergencia) que te impidan pagar, comunícate de inmediato con la entidad: muchas ofrecen opciones como refinanciar la deuda, hacer una renegociación o darte un periodo de gracia (por ejemplo, usar un seguro de cesantía si lo tenías). Es mejor tratar con ellos una solución que simplemente no pagar.

    Finalmente, si cumples todas las cuotas, tu crédito quedará pagado por completo. En ese momento, si hubo garantías, deben liberarse: por ejemplo, si hubo una hipoteca o prenda, la institución debe emitir los documentos de alzamiento correspondientes. Tienes derecho a que te liberen las garantías oportunamente una vez que pagues todo. En el caso de hipotecas, por ley el banco tiene un plazo (máximo 45 días) para gestionar el alzamiento de la hipoteca una vez cancelada la deuda. Está atento a ese trámite para que tu propiedad quede limpia de gravamen. En créditos de consumo con pagaré, deberían devolverte el pagaré original o indicarte que fue anulado. Estos son detalles que a veces el cliente olvida, pero son importantes para cerrar el ciclo.

Siguiendo estos pasos con orden y responsabilidad, solicitar un crédito no tiene por qué ser un dolor de cabeza. La clave está en informarse bien, planificar antes de tomar el compromiso, y luego ser un buen pagador para mantener un historial impecable.

Derechos del consumidor financiero al solicitar un crédito

En Chile, gracias a la normativa de protección al consumidor (particularmente la Ley 19.496 y la Ley 20.555 que instauró el SERNAC Financiero), quienes solicitamos o contratamos un crédito tenemos ciertos derechos garantizados. Conocer estos derechos te permitirá exigir un trato justo y transparente por parte de las instituciones financieras. A continuación, destacamos los principales derechos del consumidor en materia de créditos:

  • Derecho a una cotización válida por 7 días: Antes de contratar un crédito, cualquier institución financiera que te entregue una cotización (oferta) debe mantenerla vigente por al menos 7 días hábiles. Esto significa que desde que te informan las condiciones (por ejemplo, tasa y cuota) tienes al menos una semana para pensarlo y cotizar con otros, sin que te cambien las condiciones ofrecidas en ese lapso. Este derecho te protege de presiones para contratar de inmediato y fomenta la competencia, ya que puedes comparar con calma.

  • Derecho a conocer los requisitos y motivos de decisión: Tienes derecho a que la institución te informe cuáles son las condiciones objetivas para otorgar el crédito. En otras palabras, deben ser transparentes sobre los criterios (ingreso mínimo, documentos, etc.). Asimismo, si tras evaluar deciden rechazar tu solicitud, tienes derecho a conocer la causa del rechazo de forma escrita y fundada en dichas condiciones objetivas. Por ejemplo, pueden decirte "rechazado por morosidad vigente en sistema comercial" o "por superar nuestro nivel de endeudamiento permitido", pero no simplemente negar sin explicación.

  • Derecho a información veraz y completa (Transparencia): Desde la publicidad hasta el contrato, el proveedor debe informarte correctamente sobre el crédito. Es tu derecho conocer todas las condiciones, costos y características antes de firmar. Esto incluye:

    • La tasa de interés nominal que aplicarían.

    • La Carga Anual Equivalente (CAE) y el Costo Total del Crédito (CTC) expresado en dinero.

    • El detalle de cada cuota, número de cuotas, periodicidad de pago.

    • Cualquier comisión, gasto o cargo extra (ej: costos administrativos, seguros incluidos).

    • Las consecuencias de incumplimiento (interés moratorio, procedimientos de cobranza).

    • Si el crédito tiene tasa variable, cómo se determina y con qué indicador.

    Para facilitar esto, se exige la entrega de la Hoja Resumen en la cotización y en el contrato, que resume los puntos claves. Además, las cláusulas del contrato no pueden ser abusivas; por ejemplo, no te pueden cobrar algo que no esté claramente estipulado en el contrato firmado. Todo cobro debe estar previamente informado en el contrato o sus anexos.

  • Derecho a no ser objeto de venta atada: Como mencionamos antes, no te pueden amarrar obligándote a tomar productos o servicios adicionales que no solicitaste como condición para darte el crédito. Por ejemplo, si pides un crédito de consumo, la institución no puede forzarte a comprar un seguro de cesantía o abrir una cuenta corriente salvo que tú lo quieras; pueden ofrecerlo, pero tú tienes la libertad de aceptarlo o no. Lo mismo con tarjetas de tiendas: no pueden condicionarte a que compres un seguro para aprobarte la tarjeta, eso sería ilegal. Si detectas una práctica así, puedes negarte y recordarles que la ley prohíbe las ventas atadas.

  • Derecho a elegir seguros asociados: En créditos que requieren seguros (como desgravamen, incendio, etc.), tienes derecho a cotizar esos seguros por tu cuenta y presentar una póliza de tu elección que cumpla con las condiciones, en lugar de contratar necesariamente la que ofrece la entidad financiera. La institución debe aceptar tu seguro alternativo si ofrece las coberturas equivalentes. Además, si compras un seguro asociado, debe ir en un contrato aparte manifestando tu voluntad expresa de tomarlo (no como letra chica escondida dentro del contrato principal).

  • Derecho a recibir información periódica de tu crédito: Una vez que contratas, tienes derecho a que te informen periódicamente sobre el estado de tu crédito. Para tarjetas de crédito, por ley te envían mensualmente el estado de cuenta; para créditos de consumo o hipotecarios, la norma indica que cada 3 meses deben informarte del estado de tu crédito. Esto usualmente se cumple enviando cartolas trimestrales (por correo electrónico o físico) con el detalle de saldo, pagos realizados, intereses cobrados, etc. Si no te llegan, puedes solicitarlas. También tienes derecho a pedir en cualquier momento una liquidación de la deuda (que te indiquen cuánto debes si quisieras pagar todo anticipadamente), y la empresa debe entregártela en un plazo máximo (3 días si lo pides, según la norma).

  • Derecho a prepagar el crédito: La legislación chilena permite que un deudor pueda pagar anticipadamente su crédito, total o parcialmente, en cualquier momento. Este es un derecho irrenunciable. En créditos de consumo no hipotecarios, si el plazo original era superior a 90 días, la entidad puede aplicar una comisión de prepago limitada (no más de la equivalencia de un mes de intereses si el plazo que faltaba era > 1 año, o medio mes de interés si faltaba < 1 año, aproximadamente, según Ley 18.010). En hipotecarios, también se puede prepagar, con comisiones reguladas (o sin comisión si el crédito es en UF y llevas X años, según normativa vigente de la CMF). Lo importante: nadie puede prohibirte pre-pagar. Pregunta el procedimiento (por lo general, solicitar la liquidación de prepago, y luego pagar en caja el monto calculado). Al prepagar, se extingue total o parcialmente la deuda y deben recalcularte las cuotas restantes si fue parcial.

  • Derecho a que no cambien las condiciones unilateralmente: Una vez firmado el contrato, las condiciones pactadas no pueden ser modificadas sin tu consentimiento. No pueden subirte la tasa de interés o las comisiones de la nada durante la vigencia del crédito. Cualquier cambio debe ser informado y aceptado; por ejemplo, en tarjetas de crédito pueden cambiar ciertas comisiones anualmente, pero te lo comunican y tienes derecho a cerrar la tarjeta si no estás de acuerdo. En un crédito de consumo normal a tasa fija, la cuota se mantiene igual todo el periodo, no te la pueden alterar. Si tuvieras tasa variable (ej: hipotecario en UF + tasa variable), eso ya está contemplado en contrato cómo varía (con la UF o con la tasa referencial), pero no pueden inventar costos nuevos. Este derecho te protege de sorpresas desagradables a mitad de camino.

  • Derecho a no ser discriminado indebidamente: Si bien la institución puede decidir a quién presta, hay causales que serían discriminación ilegal. Por ejemplo, no se te puede negar un crédito por razones arbitrarias relacionadas a raza, género, religión, etc. (aspectos no comerciales). Un caso concreto: por ley, los empleadores no pueden solicitar tu informe Dicom para decidir un empleo común (solo en empleos financieros de alta responsabilidad podrían hacerlo). De igual modo, un banco no debiera negarte un producto financiero por alguna característica personal no relacionada a riesgo crediticio. Esto es más de ética y lineamientos generales de no discriminación.

  • Derecho a recibir un trato respetuoso en cobranzas: Si por desgracia cayeras en mora, tus acreedores tienen derecho a cobrarte, pero no de cualquier manera. Hay normas que regulan las prácticas de cobranza extrajudicial (no pueden acosarte en horarios intempestivos, ni informar a terceros de tus deudas, ni amenazar indebidamente). Tienes derecho a que la cobranza se efectúe dentro del marco legal y con respeto. Incluso puedes indicar un domicilio o medio de contacto para esos efectos y evitar llamados al trabajo u otros que te perjudiquen.

  • Derecho a cerrar el crédito o producto cuando quieras una vez pagado: Al terminar de pagar un crédito o si decides no usar más un producto financiero (ej. tarjeta de crédito), tienes derecho a poner término al contrato en un plazo máximo de 10 días. En créditos, esto se traduce en que si ya pagaste todo, puedes exigir la terminación inmediata de la relación y que cesen cargos. En una tarjeta de crédito, por ejemplo, si no le debes nada al banco/tienda, puedes solicitar la cancelación y ellos deben cerrarla en un plazo de 10 días para que no te sigan cobrando mantenciones.

  • Derecho a la liberación de garantías: Ya mencionado, pero reiteramos que al pagar completamente tu deuda, si dejaste una garantía (hipoteca, prenda), tienes derecho a que el acreedor la alce (libere) prontamente, a su costo y cargo. En hipotecas, tienen hasta 45 días desde el fin de la deuda para hacerlo. No está de más enviar una carta o recordatorio cuando pagues la última cuota, para que gestionen el alzamiento.

  • Derecho a reclamar y a la protección del SERNAC: Si sientes que alguno de estos derechos fue vulnerado en el proceso de solicitar o manejar tu crédito, puedes presentar un reclamo ante la misma institución (todas tienen áreas de atención al cliente y están obligadas a responder reclamos formales en ciertos plazos) y/o escalarlo al SERNAC. El Servicio Nacional del Consumidor actúa como mediador en muchos casos y tiene facultades para fiscalizar y sancionar malas prácticas financieras. De hecho, el SERNAC Financiero realiza campañas y supervisa temas como que se respete la entrega de la hoja resumen, que no haya ventas atadas, etc. También existe la figura de la Defensoría del Cliente Bancario (implementada por la ABIF, Asociación de Bancos) a la que puedes acudir en disputas con bancos asociados, después de agotar las instancias internas de cada banco. En resumen, no estás solo: si algo anda mal, utiliza las vías legales de reclamo.

Conocer y ejercer estos derechos te permitirá navegar el proceso de solicitud y contratación de créditos con más seguridad y poder de decisión. Las instituciones financieras hoy compiten por clientes, y un consumidor empoderado buscará aquella que le ofrezca no solo buenas condiciones económicas sino también un trato justo y transparente. Así que no dudes en exigir el respeto de tus derechos en cada etapa.

Consejos para aumentar tus posibilidades de aprobación

Si bien nadie puede garantizar al 100% la aprobación de un crédito (pues depende de las políticas de cada entidad), existen estrategias y buenas prácticas que pueden mejorar significativamente tus chances de calificar. A continuación, te brindamos una serie de consejos para prepararte antes de solicitar un crédito y para presentarte como un sujeto de crédito confiable:

  • Mantén un historial crediticio limpio: Esto es fundamental. Tu comportamiento pasado es el mejor predictor para el banco de cómo será tu comportamiento futuro. Por eso, paga puntualmente todas tus obligaciones actuales: créditos vigentes, tarjetas de crédito (al menos el pago mínimo o idealmente todo para no generar intereses), cuentas de servicios si están a tu nombre, etc. Evita a toda costa caer en mora o ser enviado a cobranza judicial. Si alguna vez tuviste un atraso, procura que no llegue a 30 días para no quedar reportado negativamente. Si ya tienes antecedentes negativos (ej. apareces en Dicom por una deuda antigua), solucionarlos es prioridad: paga esa deuda o renegóciala para salir de Dicom. La ley permite que obtengas tu informe de Dicom gratis cada 4 meses, úsalo para verificar tu estado. Estar libre de anotaciones negativas te pone en la primera fila de solicitantes. En caso de que no tengas historial previo (nunca has tenido un crédito o tarjeta), quizá empieza con algo pequeño: una tarjeta de tienda o una línea de crédito chica, y úsala responsablemente unos meses para generar un historial positivo. Muchos jóvenes inician así antes de pedir créditos mayores.

  • Cuida tu nivel de endeudamiento: Antes de pedir un nuevo crédito, revisa cuántos compromisos tienes ya. Si actualmente una porción muy alta de tu sueldo está destinada a pagar deudas, un nuevo acreedor dudará en prestarte. Idealmente, amortigua tus deudas existentes: si tienes saldos en tarjetas, intenta bajarlos; si puedes prepagar un crédito chico, hazlo; eso liberará flujo en tu presupuesto. Los analistas se fijan en tu “deuda vs ingreso”. Recuerda la cifra orientativa: que tus pagos mensuales no excedan 40%-50% de tu ingreso (y menos es mejor). Si estás por sobre eso, difícilmente te aprobarán más crédito, pues sería sobreendeudarte. Un truco: si convives con tu pareja y ambos tienen ingresos, algunos bancos permiten sumar ingresos para calcular capacidad de pago (aunque el crédito salga a nombre de uno, asumen que los gastos del hogar se comparten). Aporta esa información si es tu caso, puede ayudar a ver un panorama financiero más desahogado.

  • Ahorra para un pie o cuota inicial (en caso de créditos grandes): Para hipotecarios y automotrices, mientras más dinero puedas aportar de entrada (pie), menos tendrás que financiar y más sólida se ve tu situación. Un banco verá con buenos ojos que alguien tenga ahorros para poner el 20% o más de la propiedad, por ejemplo, porque demuestra capacidad de ahorro y compromiso. Incluso para un crédito de consumo, tener ahorros no es directamente parte de requisitos, pero a nivel personal si tienes un colchón de emergencia y no vives “al día”, es menos probable que caigas en mora. Así que, en la medida de lo posible, ahorra antes de pedir el crédito. Además, los ahorros te pueden servir para pagar gastos asociados (no pidas crédito para pagar gastos de otro crédito, eso es ineficiente). En un hipotecario, por ejemplo, necesitarás pagar tasación, notaría, impuesto y eso no lo cubre el préstamo (salvo que lo financies con el mismo crédito aumentando el monto, pero ideal es que no).

  • Estabilidad laboral: No siempre podemos controlar esto, pero si estás pensando en pedir un crédito importante, es aconsejable no cambiar de trabajo justo antes de solicitarlo. Las entidades valoran ver continuidad. Si estás en período de prueba laboral o con contrato muy nuevo, quizá espera a pasar a indefinido o cumplir al menos 6 meses. Si cambiarás de empleo por mejoras, y también planeabas pedir un hipotecario por ejemplo, tal vez asegura el crédito antes de cambiar (aunque algunas veces los bancos reconfirman empleo antes de cursar el desembolso, ojo). Para independientes, tratar de mostrar ingresos regulares año a año (sin caídas abruptas) es lo ideal. Presentar estabilidad da confianza de que seguirás teniendo ingresos para pagar.

  • Ordena tus finanzas y documentos: Un solicitante que presenta todo en orden y completo desde el inicio genera también una mejor impresión y acelera la evaluación. Prepara un dossier claro con tus papeles, tal vez acompañando una breve nota explicativa si tienes algo especial que comentar (por ejemplo, si tu sueldo varía mucho porque recibes comisiones altas un mes y bajas otro, puedes adjuntar una nota aclarando que tu promedio anual es X). La prolijidad cuenta. Demuestra también que conoces tu situación: puedes incluir voluntariamente tu informe de deudas CMF o tu informe Dicom si es positivo, para que vean transparencia. Esto no es obligatorio, pero puede ayudar en casos borderline.

  • No mientas ni ocultes información: Más que un consejo, es una advertencia. Todas las instituciones cruzarán datos, y si descubren inconsistencia o falsedad en lo que declaraste, tu solicitud será rechazada inmediatamente, e incluso podrías entrar en listas internas de riesgo por fraude. Por ejemplo, algunas personas piensan "no declararé que tengo esta otra tarjeta de crédito" – mala idea, porque saldrá en el informe de deudas. O presentan liquidaciones adulteradas – las empresas verifican con las AFP y notarán la discrepancia. Lo mejor es ser transparente. Si tienes un punto débil (como una deuda atrasada, o un sueldo menor recientemente), es preferible conversarlo con el ejecutivo para ver alternativas, que intentar esconderlo.

  • Mejora tu score paso a paso: Si te rechazaron en un lugar, no te desanimes; utiliza eso como diagnóstico. Por ejemplo, si fue por Dicom, ya sabes que debes saldar esa deuda. Si fue por ingresos insuficientes, quizá debas optar a un monto menor o complementar renta con alguien (ej: pedir con tu cónyuge conjuntamente). Si fue por poca antigüedad, esperar unos meses. Pequeños cambios pueden hacer la diferencia al volver a intentarlo. También, existen instituciones más estrictas que otras; a veces conviene empezar con la más accesible, obtener un crédito pequeño, pagarlo bien, y luego con ese antecedente ir a otra más exigente mostrando que ya tuviste un crédito y lo pagaste impecable.

  • Considera un co-solictante o aval: En créditos grandes, si tu perfil solo no alcanza, agregar un co-deudor solidario con buen ingreso (por ejemplo, tu pareja, tus padres, un socio) aumenta la capacidad de pago conjunta y mejora la solvencia. Eso sí, esa persona asumirá la responsabilidad de la deuda igual que tú, por lo que debe ser alguien de mutua confianza. Algunos bancos permiten hasta 2 co-deudores para hipotecarios (por ej., padres que apoyan al hijo en la compra). Para consumo, no es tan habitual usar aval, pero existe la figura. Si vas a hacerlo, preséntalo desde el inicio para que evalúen a ambos a la vez.

  • Evita pedir el máximo posible, sé realista: A veces al ver que te podrían prestar hasta cierta cantidad, uno se tienta de pedir más de lo que necesita "por si acaso". Esto encarece tu deuda y te hace más propenso a problemas. Es mejor pedir lo necesario y que puedes pagar cómodamente. Cuando llenes la solicitud y el ejecutivo te pregunte "¿cuánto quiere?" no bases tu respuesta en lo máximo que te prestarían, sino en lo que realmente necesitas y sabes que podrás devolver. Recuerda que siempre pagas más de lo que te prestan (por los intereses), entonces pedir de más no tiene sentido. Además, las instituciones también valoran la mesura: si con tu sueldo podrías aspirar a 10 millones pero solo pides 5, eso pasa más fácilmente porque quedas con holgura de pago.

  • Uso inteligente de tarjetas de crédito: Si cuentas con tarjetas de crédito, úsalas estratégicamente. Tener el cupo totalmente consumido en todas tus tarjetas es una señal de alerta para un evaluador (parecerá que estás ahogado en deudas, aunque estés pagando al día). Es preferible que si tienes líneas rotativas (tarjetas, líneas de crédito), mantengas tus saldos bajos al momento de la evaluación, porque muchas instituciones calculan tu capacidad suponiendo que eventualmente podrías usar el 100% de esos cupos. O sea, aunque debas poco hoy, si tus tarjetas tienen cupos altísimos, considerarán el escenario de que te endeudes de golpe con ellas. Por eso, una sugerencia es: antes de solicitar un crédito grande, limita el uso de tus tarjetas (idealmente que no excedan 30% del cupo utilizado). Incluso podrías prepagar algún avance costoso que tengas, para aparecer con menor carga.

  • Evita múltiples solicitudes dispersas: Como mencionamos, lanzar solicitudes a diestra y siniestra en distintos meses puede hacerte ver desesperado por crédito. En lo posible, haz tus cotizaciones sin entregar tu RUT hasta estar decidido. Una vez tengas tu opción favorita, aplica ahí (o simultáneamente a 2 opciones máximo). Si la respuesta es negativa, no vayas aplicando de una en una a todos los bancos en serie; mejor investiga qué falló, corrígelo, espera un tiempo prudente (un par de meses) y vuelve a intentar con mejores condiciones. Hay que encontrar un balance entre comparar opciones y no saturar el sistema con consultas.

  • Mejora tu relación con la institución: Si tienes tiempo antes de necesitar el crédito, cultivar historial en la institución de tu interés puede ayudar. Por ejemplo, si sabes que en un año querrás un hipotecario con X banco, tal vez abre una cuenta de ahorro en ese banco y mantén fondos allí, o toma un pequeño producto con ellos, para que te vayan conociendo. Los bancos favorecen a sus clientes existentes en muchos casos. Obviamente esto es un consejo a largo plazo, no siempre aplicable de inmediato, pero es parte de la planificación financiera.

En resumen, sé un buen sujeto de crédito antes de pedir el crédito. Si ordenas tu casa financiera (pagos al día, deudas controladas, documentos listos, expectativas alineadas a tu realidad) las puertas de la banca seguramente se abrirán con mayor facilidad. Y una vez obtenido el crédito, sigue con buenos hábitos para mantener esa reputación crediticia, porque puede que más adelante necesites otro préstamo (por ejemplo, un hipotecario luego de un crédito de consumo, etc.) y entonces tu comportamiento actual será tu carta de presentación futura.

Responsabilidades al contraer un crédito y manejo responsable

Obtener un crédito conlleva no solo derechos (como ya vimos) sino también obligaciones y responsabilidades por parte tuya como deudor. Un manejo responsable del crédito es esencial para que esta herramienta financiera sea un aliado y no se convierta en un problema. Aquí discutimos las principales responsabilidades y damos recomendaciones para el buen manejo durante la vida del crédito:

  • Pago puntual de las cuotas: Tu obligación primordial es pagar cada cuota en la fecha acordada. Esto mantendrá tu cuenta al día y evitará costos adicionales. Puedes optar por diferentes métodos de pago: el pago automático (PAC/PAT) es muy recomendable para no olvidar; también puedes pagar manualmente en el banco, en sucursales Servipag, vía transferencia si tu banco lo permite, etc. Revisa en el contrato cuáles son los medios habilitados. Pagar puntual no solo te evita intereses moratorios, sino que también preserva tu historial impecable. Recuerda que con cada pago puntual estás fortaleciendo tu reputación crediticia; por el contrario, una cuota pagada con retraso podría ser reportada y quedar en tus antecedentes por un tiempo. Además, los intereses por mora suelen ser elevados (el contrato especificará la tasa moratoria, que es más alta que la normal, como penalización por el retraso). También podrían cobrarte gastos de cobranza si la mora se extiende cierto tiempo. En resumen: prioriza el pago de tus créditos por sobre gastos superfluos, ya que incumplir sale mucho más caro.

  • Comunicación en caso de dificultades: La vida es incierta y pueden ocurrir situaciones que afecten tu capacidad de pago (pérdida de empleo, enfermedad, gastos extraordinarios). Si ves que no podrás afrontar una cuota, no esperes a que venza impaga, comunícate de inmediato con la entidad financiera. Muchas veces los bancos prefieren llegar a un acuerdo contigo que tener que perseguir la deuda. Podrían ofrecerte una reestructuración (por ejemplo, alargar el plazo para bajar la cuota), otorgarte un período de gracia (ej: congelar pagos uno o dos meses y esas cuotas pasarlas al final, a veces usando seguros de cesantía si los tenías contratados), o un refinanciamiento de emergencia. En Chile existe además una figura legal llamada Renegociación a través de la Superintendencia de Insolvencia (Superir) para personas con múltiples deudas impagas, que es como una "quiebra personal" negociada; o la alternativa de Borrón y Cuenta Nueva del SERNAC si calificas (para repactar deudas en términos justos). Es de esperar que nunca necesites llegar a eso, pero es bueno saber que hay salidas legales antes del colapso total. Lo importante: dar la cara y buscar soluciones. Evadir a los acreedores solo empeora la situación (llamadas constantes, acumulación de intereses, eventualmente demandas judiciales). Mostrarse proactivo y dispuesto a pagar de alguna manera puede incluso detener acciones de cobranza mientras se negocia.

  • Uso adecuado del dinero del crédito: Aunque nadie te fiscalizará estrictamente en qué gastas el dinero (salvo en créditos finalistas como hipotecarios que van para la casa, o un crédito automotriz que va para el auto), por tu bien financiero conviene que uses el crédito en aquello para lo cual lo pediste. Si solicitaste un préstamo para consolidar deudas, por ejemplo, úsalo para pagar esas deudas y no para incurrir en otras nuevas. Si era para una compra necesaria, realiza la compra y evita desviar los fondos a algo no prioritario. Puede sonar obvio, pero es tentador a veces tener dinero en la cuenta y gastarlo en otras cosas, quedando luego con la deuda y sin haber resuelto lo que motivó pedirla. La disciplina en el uso de los fondos del crédito garantiza que el sacrificio de pagar las cuotas valga la pena.

  • No asumir deudas en exceso: Una vez que te aprueban un crédito, es fácil pensar "bueno, ahora también podría pedir este otro..." Hay que ser muy cuidadoso con eso. Evalúa integralmente tu situación: si ya adquiriste una deuda importante, lo recomendable es no tomar otra grande hasta haber pagado una buena parte de la primera. Por supuesto, cada caso es particular, pero muchas personas caen en la trampa de encadenar préstamos (piden uno para cubrir otro, y luego otro, generando una bola de nieve). Si la institución ve que tras otorgarte un crédito de consumo grande, inmediatamente solicitas otro, podría incluso negártelo por precaución. Recuerda que tu capacidad de pago es limitada; no cometas el error de sobreendeudarte por optimismo excesivo.

  • Conoce tus obligaciones contractuales: Cuando firmas un crédito, hay términos en el contrato que debes cumplir. Por ejemplo, en un crédito hipotecario, estás obligado a mantener vigentes los seguros de incendio y desgravamen durante toda la vida del crédito; si los dejas vencer, el banco puede contratarlos por ti y cobrarlos. Otro ejemplo: algunos créditos de automotriz o de consumo pueden estipular que si incurren en gastos de cobranza por tu mora, tú tendrás que pagarlos (lo permite la ley con ciertos límites según monto adeudado). También, si el crédito tiene garantía y quieres vender ese bien (p.ej., vender el auto que tiene prenda), tendrás que primero liberarlo pagando la deuda o con autorización del acreedor. En síntesis, entiende que hasta que no pagues la última cuota, el crédito impone ciertas condiciones en tus finanzas. Cumple las reglas para no incurrir en incumplimiento aparte del pago.

  • Prepara un plan de pago anticipado si es posible: Si te va bien financieramente, considera hacer pagos anticipados al crédito. Pagar por adelantado reduce intereses futuros. Por ejemplo, si recibes un dinero extra (un bono anual, un retiro de fondo de pensión, una herencia), podría ser sensato amortizar tu crédito con ese dinero, disminuyendo el saldo y quizás la cuota o la duración del préstamo. Antes, asesórate con el banco sobre cómo se aplicaría el prepago: en créditos con cuotas definidas, normalmente puedes escoger entre reducir el plazo (manteniendo cuota, terminas antes) o bajar la cuota (manteniendo plazo original). Elige lo que más te convenga. Recuerda tu derecho a pre-pagar sin trabas legales, solo asumiendo la pequeña comisión si correspondiera. Mucha gente termina pagando sus créditos de consumo antes de tiempo para ahorrar en intereses, lo cual es financieramente inteligente si se puede.

  • Evita destinar crédito a gastos operativos recurrentes: Un consejo de manejo: lo ideal es usar créditos para activos o gastos puntuales grandes, no para financiar tu día a día permanentemente. Si descubres que cada cierto tiempo estás sacando avances o pequeños préstamos para llegar a fin de mes, es señal de un desbalance en tu presupuesto. Intenta ajustar gastos o aumentar ingresos, porque vivir de crédito en crédito es insostenible. La educación financiera es clave: haz un presupuesto mensual personal, distingue entre necesidades y deseos, y procura que las cuotas de tus créditos estén dentro de ese presupuesto sin afectar lo básico (vivienda, alimentación, etc.).

  • Atención a la renegociación y refinanciamiento: Con el tiempo, pueden cambiar las condiciones de mercado (bajan las tasas de interés generales, por ejemplo) o tu situación mejora (más ingresos, mejor score). En tales casos, podrías explorar renegociar tu crédito con la misma institución para mejorar condiciones, o refinanciarlo en otra institución (lo que se conoce como “compra de cartera”). Por ejemplo, si hace dos años sacaste un crédito a cierta tasa y hoy ves ofertas de tasa menor, podrías pedir un nuevo crédito con la tasa baja para pagar el antiguo (eso es refinanciar). O en hipotecario, hacer una portabilidad financiera a otro banco que te dé mejor interés. Estas son opciones válidas y a veces muy convenientes para ahorrar dinero. La ley de Portabilidad Financiera (desde 2020) facilita cambiar créditos hipotecarios y de consumo entre instituciones, agilizando trámites. Mantente informado de estas oportunidades, pero hazlo con cuidado: asegúrate que los costos asociados (comisiones de prepago, costos de nuevo crédito) no excedan el beneficio de la tasa menor.

  • Cierre responsable del crédito: Al finalizar de pagar tu crédito, no simplemente te olvides y ya. Pide comprobantes de que está pagado en su totalidad (un certificado de deuda cero, por ejemplo). Si era una tarjeta de crédito que ya no usarás, solicita formalmente su cierre para que no te cobren mantenciones futuras. Si fue un crédito con garantía, confirma semanas después que la garantía se alzó (p.ej., en el Conservador de Bienes Raíces revisar que tu hipoteca figure como cancelada). Es tu responsabilidad también asegurarte de salir "sin cabos sueltos". Esto te protege en caso de futuros trámites (por ejemplo, si en un registro apareciera que aún debes algo que no debes, con tu certificado de pago podrás subsanarlo).

En síntesis, al tomar un crédito adquieres un compromiso financiero que debe ser honrado. Si actúas con responsabilidad, el crédito será un instrumento útil que te permitirá lograr tus objetivos y, una vez pagado, mejorar incluso tu perfil crediticio para futuras oportunidades. Por el contrario, si incumples, las consecuencias pueden perseguirte por años (informes negativos, dificultad para acceder a cualquier nuevo crédito, e incluso acciones legales en tu contra si la deuda es alta y no se paga). Así que, una vez más: evalúa bien tu capacidad, pide lo justo, y cumple tu palabra financiera. Tu yo futuro te lo agradecerá.

Alternativas si no puedes acceder a un crédito tradicional

¿Qué pasa si a pesar de todo, no logras que te aprueben un crédito en bancos, cooperativas o retail? Ya sea por un historial crediticio dañado, bajos ingresos formales, o situación particular, podrías encontrarte temporalmente fuera del alcance de los prestamistas tradicionales. En tales casos, existen algunas alternativas que podrías considerar, aunque con cautela:

  • Microcréditos y programas de apoyo: Si tu necesidad de financiamiento está relacionada a emprender un negocio o microempresa, en lugar de un crédito de consumo personal podrías explorar los microcréditos ofrecidos por instituciones especializadas (muchas ONG, fundaciones o programas gubernamentales entregan pequeños préstamos con fines productivos, a veces con asistencia técnica incluida). Por ejemplo, el fondo Capital Semilla de Sercotec (no es un crédito sino un subsidio concursable) o microcréditos que ofrecen instituciones como Banigualdad, Fondo Esperanza, etc., que no se fijan solo en tu historial sino en tu proyecto y comunidad. Claro que estos montos suelen ser bajos (en el orden de 500 mil a 1 millón de pesos inicialmente).

  • Créditos prendarios (Cajas de Empeño): Una alternativa para obtener dinero rápido, si no puedes en bancos, son los préstamos prendarios a través de casas de empeño o la estatal Casa de Moneda (Tía Rica). Funcionan dejando un objeto de valor en prenda (joyas de oro, aparatos, etc.) a cambio de un préstamo que suele ser una fracción del valor del objeto. Si pagas el préstamo en plazo, recuperas tu prenda; si no, la venden. La "Tía Rica" (Dirección General de Crédito Prendario) ofrece este servicio con tasas bajas y es una opción formal para emergencias pequeñas. Evidentemente, debes tener algo de valor para empeñar y arriesgas perderlo si no pagas.

  • Acuerdos privados con familiares/amigos: Ya mencionado brevemente, pero vale reiterar: si confías en algún familiar o amistad cercana que tenga recursos, podrías plantearle un préstamo informal. Idealmente, trátalo con seriedad: firmen un documento reconociendo el préstamo, con plazos y quizás sin intereses o un interés simbólico por consideración. Muchos emprendimientos o soluciones momentáneas se logran gracias al apoyo familiar. Eso sí, la responsabilidad aquí es doble: financiera y moral. No pidas prestado a personas cercanas si no estás seguro de poder pagarles, porque podrías dañar la relación. Si lo haces, cúmpleles tal como harías con un banco o mejor.

  • Buscar un socio o inversionista en vez de un crédito: Si tu necesidad de dinero es para un negocio o proyecto, tal vez en lugar de endeudarte puedes incorporar un socio capitalista que aporte los fondos a cambio de participación. No es lo mismo que un crédito (porque no tendrás que devolver sino compartir ganancias), pero evita que cargues con una deuda fija. Esto aplica solo en ciertos contextos (emprendimientos, negocios).

  • Ajustar el plan y ahorrar: A veces la alternativa sana es simplemente postergar el gasto y ahorrar tú mismo. Si no te dieron el crédito para, por ejemplo, un auto nuevo, quizá puedas juntar durante un año un pie mayor y optar por un auto más económico. Si era para un viaje, tal vez reducir costos o esperar a tener más dinero propio. Es mejor tardar un poco más logrando la meta con financiamiento propio, que endeudarse en condiciones desfavorables o con prestamistas riesgosos. El ahorro es la contracara del crédito: en lugar de pagar intereses a otro, te pagas "intereses" a ti mismo a futuro.

  • Consolidar y ordenar antes de reintentar: Si el problema es que ya estás muy endeudado y por eso nadie te presta, una alternativa es consolidar deudas existentes en una sola (si encuentras quién lo haga) o bien enfocarte en pagar algunas para liberar carga. A veces, agencias de asesoría financiera pueden ayudar a reorganizar tus finanzas, priorizar deudas más caras para pagarlas primero, etc. En casos extremos de sobreendeudamiento, está la opción de la Ley de Insolvencia y Reemprendimiento (Ley 20.720) que permite renegociar tus deudas formalmente o declararte en quiebra de persona natural. Eso obviamente es el último recurso y tiene implicancias serias (por un tiempo quedas sin acceso a crédito, etc.), pero existe para quien de verdad no pueda solventar sus compromisos.

  • Financiamiento colectivo (crowdfunding): En ciertos proyectos, podrías intentar recaudar fondos de la comunidad en vez de un crédito. Plataformas de crowdfunding (Idea.me, KickStarter, etc.) permiten que presentes tu iniciativa y personas contribuyan con dinero, generalmente a cambio de recompensas en lugar de repago financiero. Esto aplica más para proyectos creativos, comunitarios o de innovación, no tanto para un consumo personal.

En cualquier caso, mucho cuidado con ofertas demasiado fáciles de crédito fuera del sistema formal: por ejemplo anuncios del tipo "Préstamos inmediatos sin papeleos, con solo tu carnet, incluso con Dicom". Suelen esconder tasas usureras o directamente estafas (te cobran una "comisión" por adelantado y luego desaparecen). Nunca pagues por adelantado por la "gestión" de un crédito; ningún prestamista legítimo cobra un seguro o comisión antes de siquiera entregarte el dinero – esa es una señal de estafa muy común.

Si agotaste las vías tradicionales, a veces la mejor estrategia es dar un paso atrás, mejorar tu situación financiera personal y volver a intentar en unos meses. Por ejemplo, dedicar medio año a pagar deudas pendientes, ordenarte, mejorar tu historial, y luego con ese panorama limpio volver a solicitar el crédito deseado. La paciencia y planificación pueden ahorrarte muchos problemas a largo plazo.

Ejemplo práctico: Solicitando un crédito de consumo paso a paso

Para ilustrar todo lo anterior, veamos un caso práctico hipotético de cómo alguien podría solicitar un crédito en Chile, aplicando las recomendaciones dadas. Imaginemos a María, una mujer de 30 años que vive en Santiago, con empleo estable, que necesita un crédito de consumo para financiar un curso de especialización y comprar una nueva laptop. María calculó que requiere $5.000.000 (cinco millones de pesos) en total. Veamos cómo procede:

1. Preparación inicial: María evalúa sus finanzas. Gana $1.200.000 líquidos al mes en su trabajo y actualmente está pagando un préstamo pequeño cuya cuota es $100.000 mensuales y también tiene una tarjeta de crédito, pero siempre paga el total de sus compras (no tiene deudas revolventes). Sus gastos fijos (arriendo, servicios, etc.) suman $600.000. Por tanto, estima que puede destinar sin problema alrededor de $200.000 - $300.000 mensuales a pagar un nuevo crédito. Quiere pagarlo en un plazo de 3 años (36 meses) idealmente, pero si la cuota queda alta, está dispuesta a ir a 4 años. Hace un presupuesto y confirma que, efectivamente, puede manejar una cuota en ese rango sin quedar apretada.

2. Investigación y cotización: María visita el simulador en línea de su banco actual (Banco Ejemplo) y ve que para $5 millones a 36 meses, le ofrecen una cuota aproximada de $180.000, con tasa 1,5% mensual (CAE ~20%). El costo total sería cerca de $6.5 millones. Luego usa el Simulador del SERNAC y compara con otros: descubre que otro banco (Banco Alternativo) podría darle los $5 millones a una cuota de $170.000, tasa ligeramente menor y CAE 18%. Y una cooperativa (Cooperativa X) ofrece algo parecido a Banco Alternativo. También revisa que en su tarjeta de crédito de tienda le ofrecen un avance en efectivo de $5 millones, pero al ver la simulación, la cuota sería $250.000 en 36 meses, con CAE sobre 50%, lo que descarta por ser muy caro. Con esa información, María decide focalizarse en Banco Alternativo y en su propio banco para la solicitud, ya que el cooperativa requeriría hacerse socia y cree que le tomaría más tiempo. Pide a ambos bancos una cotización formal online: ingresa sus datos y en minutos recibe la hoja de cotización en el correo. Efectivamente, Banco Alternativo le ofrece tasa anual 17%, CAE 19%, cuota $172.000; Banco Ejemplo (el suyo) le ofrece tasa anual 20%, CAE 22%, cuota $185.000. Banco Alternativo es mejor oferta.

3. Revisión de requisitos y documentos: María verifica que cumple: ambos bancos piden renta líquida mínima $500.000 (ella tiene más), antigüedad laboral 1 año (ella lleva 3 años en la empresa), sin morosidades (ella está limpia en Dicom). Prepara sus documentos:

  • Descarga de la web de AFP su certificado de cotizaciones de los últimos 12 meses.

  • Reúne sus últimas 3 liquidaciones de sueldo (en PDF).

  • Fotocopia digital (foto) de su cédula de identidad.

  • Como bono, imprime su informe de Dicom gratuito reciente donde aparece sin deudas morosas, por si acaso.

  • Llena el formulario de solicitud de su banco que estaba prellenado online y lo guarda.

4. Solicitud formal en Banco Alternativo: Decide comenzar con la mejor oferta: entra al sitio de Banco Alternativo, donde ya había cotizado, y hace clic en "Solicitar crédito". Crea un usuario (como no es clienta todavía) y carga todos los PDFs de documentos que le piden. Completa la solicitud con datos personales y laborales. Envía. Le llega un email de confirmación de recepción. En paralelo, por seguridad, también inicia la solicitud en su Banco Ejemplo (donde ya es cliente): allí fue más sencillo, solo tuvo que ir a la sección de créditos preaprobados y confirmar el monto/plazo, adjuntando igualmente sus liquidaciones ya que el banco se las pedía para formalizar.

5. Evaluación y espera: En menos de 24 horas, Banco Alternativo la contacta: un ejecutivo le escribe por correo indicándole que todo se ve en orden, pero le solicita adicionalmente un certificado de empleo y renta emitido por su empresa (ya que ellos piden ese documento específico). María lo gestiona con recursos humanos de su trabajo y al día siguiente se lo envían, así que lo reenvía al banco. Mientras tanto, su Banco Ejemplo también la llama para confirmar algunos datos; como ya la conocen, no le piden nada extra. Pasa un día más.

6. Respuesta de aprobación: Al tercer día, Banco Alternativo le envía un correo de "¡Felicidades, tu crédito ha sido aprobado!" con las condiciones finales: monto $5.000.000, plazo 36 meses, cuota exacta $171.500, tasa 1.3% mensual (16.8% anual), CAE 18.5%, seguro de desgravamen incluido en la cuota, costo total $6.174.000 aprox. Le adjuntan la hoja de resumen. Por su lado, Banco Ejemplo también la notifica en su banca en línea que tiene el crédito listo para firma, con monto $5.000.000, cuota $185.000, tasa 1.5% mes (19.6% anual), CAE 21.9%. Claramente, la oferta de Banco Alternativo es mejor. María decide tomar la de Banco Alternativo y descartar la de su banco (sabe que no hay problema en decir que no a un preaprobado, simplemente no firma y listo).

7. Firma del contrato: Banco Alternativo, al no ser ella clienta previa, le ofrece dos opciones: ir a firmar a una sucursal o utilizar firma electrónica avanzada. María opta por la firma electrónica por comodidad. Le envían un enlace seguro a su correo donde accede a la documentación: revisa el contrato de mutuo y el pagaré en detalle. Todo concuerda con lo prometido. Nota que hay una cláusula que dice "El cliente podrá pagar anticipadamente sin costo adicional salvo intereses devengados del periodo en curso", lo cual le parece correcto (no hay comisión de prepago porque el plazo es ≤ 36 meses; por ley en créditos de consumo de corto plazo no debiera haberla). También ve desglosado que la prima del seguro de desgravamen es de X pesos mensuales incluida. Tras revisar, procede a firmar electrónicamente: el sistema le pide validar su identidad con preguntas personales y luego introducir un código enviado a su celular. Firma realizada. En minutos, el ejecutivo le confirma por WhatsApp que todo está OK y que recibirán los contratos firmados.

8. Desembolso: Al día siguiente, María recibe en su cuenta bancaria (la que indicó durante la solicitud) una transferencia de $5.000.000 desde Banco Alternativo. ¡Listo, fondos recibidos! Como lo necesitaba, inmediatamente paga la matrícula de su curso ($2.000.000) y compra la laptop en oferta ($1.200.000). El resto del dinero lo deja en su cuenta de ahorros para administrarlo en sus gastos mensuales del curso y eventuales materiales.

9. Pago de las cuotas: Banco Alternativo le había solicitado al firmar que configurara un PAC desde su cuenta bancaria actual a la cuenta de ellos, para el cobro de las cuotas cada día 5 de mes. Ella lo hizo mediante un mandato firmado electrónicamente. Por lo tanto, sabe que el próximo día 5 del mes siguiente se cargará automáticamente la primera cuota de ~$171.500. Aun así, anota un recordatorio en su calendario. Llegado el día, verifica su cuenta y ve el cargo exitoso. Así mes a mes. María lleva un control en una hoja de cálculo del número de cuotas pagadas vs. pendientes, porque le motiva ver el avance.

10. Manejo responsable: A los 6 meses, María recibe una bonificación anual en su trabajo de $1.000.000. Evalúa sus opciones y decide usar parte de ese dinero para adelantar cuotas de su crédito. Se informa con el banco y le dicen que puede realizar un prepago parcial sin costo, reduciendo el número de cuotas restantes. Efectúa un pago extra de $500.000 hacia el crédito. Como resultado, su plazo se acorta algunos meses (le recalculan y ahora terminará 4 cuotas antes de lo previsto). Queda satisfecha al saber que pagará menos intereses totales. El resto de su bono lo ahorra para emergencias.

María continúa pagando puntualmente. Eventualmente, 30 meses después, liquida completamente la deuda (entre los pagos mensuales y un par de abonos extras que hizo). Solicita al banco un certificado de deuda pagada, el cual le envían sin problemas. Su historia crediticia ahora muestra que tuvo un crédito de consumo de $5 millones y lo pagó al día, lo cual la deja en excelente posición si en el futuro quiere, por ejemplo, solicitar un crédito hipotecario para comprar un departamento.

Este ejemplo ilustra cómo, con planificación y buen comportamiento, solicitar y pagar un crédito puede ser una experiencia positiva que te ayuda a lograr tus objetivos. Cada caso será distinto, pero los principios de comparación, cumplimiento de requisitos, y responsabilidad en el pago son universales para tener éxito financiero.

Conclusión

Solicitar un crédito en Chile es un proceso que puede parecer complejo, pero al desglosarlo en pasos y entender sus elementos fundamentales, cualquier persona puede afrontarlo con confianza. La clave está en la información y la planificación: informarse sobre los tipos de créditos disponibles y cuál se adecúa a nuestras necesidades, planificar cuánto podemos endeudarnos responsablemente, comparar ofertas para conseguir las mejores condiciones y preparar una solicitud sólida con todos los antecedentes requeridos.

Hemos revisado en detalle desde los requisitos y documentación que exigen las instituciones (edad, ingresos, historial crediticio, etc.), pasando por los derechos que nos protegen como consumidores financieros (cotización válida 7 días, información transparente, no a las ventas atadas, entre otros), hasta consejos prácticos para aumentar las probabilidades de aprobación y manejar el crédito de forma saludable. También exploramos alternativas en caso de dificultades para obtener créditos tradicionales, enfatizando siempre las opciones formales y seguras sobre las soluciones riesgosas o informales.

Un punto crucial a llevarse es que un crédito debe ser una herramienta, no una carga insostenible. Usado correctamente, permite adelantar metas (tener casa, estudiar, emprender, etc.) que de otro modo tomarían muchos años de ahorro. Pero debe usarse con mesura: cada peso prestado es un peso más intereses que deberás devolver. Por eso, antes de endeudarte, evalúa si realmente lo necesitas y si tendrás cómo pagarlo. Si la decisión es sí, entonces adelante: sigue los pasos recomendados, ejerce tus derechos (por ejemplo, cotiza en varias partes, exige tu hoja de resumen, elige tú los seguros, etc.), y una vez obtenido el crédito, cumple cabalmente tus obligaciones.

Chile cuenta con un sistema financiero robusto y competitivo, y existen hoy más opciones que nunca para obtener financiamiento, desde bancos tradicionales hasta plataformas digitales innovadoras. Esto juega a favor del consumidor informado, pues puedes encontrar ofertas atractivas y productos hechos a tu medida. Aprovecha esas oportunidades pero siempre con precaución y educación financiera.

Finalmente, si surgen dudas en el camino, apóyate en fuentes oficiales y confiables: el sitio del SERNAC (sernac.cl) tiene una sección de Educación Financiera con guías y herramientas; la Comisión para el Mercado Financiero (cmfchile.cl) publica información sobre las entidades supervisadas y datos de endeudamiento; ChileAtiende ofrece orientación ciudadana sobre trámites; y muchas instituciones financieras presentan simuladores y FAQs útiles. No temas preguntar a los ejecutivos todos los detalles antes de firmar nada. Un consumidor informado es un consumidor empoderado.

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